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Wamba (672-680), un storyboard del rey godo

Wamba (672–680), elegido por aclamación, fue un monarca enérgico que destacó por sofocar varias rebeliones internas y por reformar el ejército. Se enfrentó a problemas sucesorios y a la falta de unidad entre la nobleza. Aunque logró estabilizar temporalmente el reino, fue víctima de una conjura palaciega: fue engañado para que tomara los hábitos monásticos, lo que lo invalidó como rey. Fue sustituido por Ervigio. Su figura representa la lucha entre autoridad real y conspiraciones aristocráticas.


Ascenso al trono

En 672, tras la muerte de Recesvinto, Wamba es elegido rey en Toledo, un noble respetado por su experiencia militar. Su coronación, en una basílica, reúne a nobles y obispos que lo ven como un líder capaz de mantener la unidad. Wamba, de unos 50 años, promete proteger el reino y el catolicismo, pero su elección, sin linaje real, genera murmullos entre los nobles ambiciosos. La ciudad celebra con cautela, con mujeres cosiendo estandartes y hombres afilando lanzas, conscientes de que los desafíos aguardan.

Rebelión de Paulo

En 673, Wamba enfrenta la rebelión de Paulo, un noble que se proclama rey en Narbona con apoyo franco. Wamba lidera personalmente un ejército desde Toledo, cruzando los Pirineos para sofocarla. En un campamento cerca de Narbona, planea el asedio, inspirando a sus tropas con discursos sobre la lealtad. La victoria, tras duros combates, consolida su autoridad, pero revela las fragilidades del reino. Regresa a Toledo exhausto, mientras mujeres curan heridos y soldados reparan escudos, marcando un triunfo amargo.

Fortalecimiento del ejército

En 674, Wamba reorganiza el ejército visigodo, imponiendo leyes que obligan a nobles y clérigos a servir en caso de guerra. En un campo cerca de Toledo, supervisa entrenamientos, impresionado por la disciplina, pero los obispos critican la militarización, temiendo perder influencia. Wamba, pragmático, ignora las quejas, enfocándose en proteger las fronteras contra francos y vascones. La ciudad vive bajo su disciplina, con mujeres cosiendo banderas y hombres forjando lanzas.

Concilio de Toledo XI

En 675, Wamba preside el XI Concilio de Toledo, buscando equilibrar el poder entre iglesia y nobleza. En una basílica, aprueba medidas para limitar abusos eclesiásticos, pero enfrenta resistencia de obispos que temen perder tierras. Wamba, diplomático, negocia con ellos, asegurando su lealtad a cambio de donaciones. Los nobles, aliviados, lo apoyan, pero las tensiones persisten. Afuera, mujeres cantan himnos, y la ciudad respira un frágil equilibrio religioso.

 

Corte militar

En 676, Wamba transforma su corte en Toledo en un bastión militar, rodeándose de generales tras la rebelión de Paulo. En una sala, revisa armas nuevas, mientras su guardia entrena en un patio. Los nobles, obligados a servir, murmuran, pero Wamba, confiado en su ejército, planea campañas contra los vascones. La ciudad vive bajo su mando, con mujeres cosiendo uniformes y hombres reparando carros, reflejando un reino en alerta.

Cacería para aliados

En 677, Wamba organiza una cacería cerca de Toledo para fortalecer lazos con los nobles tras el concilio. Lidera la partida, matando un jabalí con una lanza, y reparte la carne, ganándose aplausos. Sin embargo, algunos nobles, aliados de Ervigio, planean su caída en privado, mientras Wamba, ajeno, disfruta del momento. Mujeres preparan hogueras, y la ciudad vibra con una falsa unidad.

Diplomacia con los francos

En 678, Wamba negocia una tregua con los francos, enviando emisarios al norte para evitar conflictos tras la rebelión de Paulo. En Toledo, recibe a un emisario franco, ofreciendo plata y promesas de paz. La diplomacia funciona, pero los nobles critican su moderación, y Wamba planea patrullas fronterizas para apaciguarlos. La ciudad vive un respiro, con mujeres vendiendo telas y hombres reparando arcos.

Supervisión de murallas

En 679, Wamba inspecciona las murallas de Toledo, reforzadas tras su victoria en Narbona. Habla con arquitectos sobre defensas, mientras soldados patrullan. Su obsesión por la seguridad refleja su temor a nuevas rebeliones, pero los nobles ven esto como un gasto innecesario. La ciudad bulle con actividad, con mujeres llevando agua y hombres forjando lanzas, marcando un reino en guardia.

Depósito por traición

En 680, Wamba es traicionado por nobles liderados por Ervigio, que lo drogan y tonsuran, forzándolo a abdicar como monje. En una sala del palacio, despierta aturdido, vestido con una túnica monástica, mientras Ervigio se proclama rey. Exiliado a un monasterio, Wamba reflexiona sobre su reinado, aceptando su destino con amargura. Toledo pasa página rápidamente, con nobles celebrando y mujeres vendiendo telas, mientras el reino entra en una nueva fase.

Exilio monástico

Tras su deposición, Wamba vive exiliado en un monasterio rural, rezando y trabajando en un huerto. En una celda, reflexiona sobre su reinado, mientras un monje le trae pan. Los nobles, bajo Ervigio, lo olvidan, pero los obispos recuerdan su fuerza en privado. La vida monástica, austera, contrasta con su pasado guerrero, mientras mujeres hilan lana y hombres aran campos lejanos.

Rey anteriorReyRey posterior
Recesvinto (653-672)Wamba (672-680)Ervigio (680-687)