Sisenando (631-636), un storyboard del rey godo
Sisenando (631–636), con el apoyo del rey franco Dagoberto I, depuso a Suíntila y accedió al trono, iniciando un reinado que fortaleció las relaciones entre el reino visigodo y los francos. Convocó el IV Concilio de Toledo, que reforzó la alianza entre la monarquía y la Iglesia, estableciendo normas sucesorias y consolidando el poder del rey sobre los obispos. Su gobierno buscó legitimar su autoridad mediante el apoyo eclesiástico y la estabilidad institucional, aunque permaneció bajo la sombra de su acceso irregular al trono.
Ascenso al trono
En 631, Sisenando derroca a Suíntila con apoyo de los francos y nobles visigodos, proclamándose rey en Toledo. Su coronación, en una basílica, reúne a sus aliados, pero los obispos, liderados por Isidoro, cuestionan su legitimidad por la intervención extranjera. Sisenando, astuto pero inseguro, promete restaurar la unidad católica, aunque su dependencia de los francos genera desconfianza entre los hispanorromanos.
Cuarto Concilio de Toledo
En 633, Sisenando preside el Cuarto Concilio de Toledo, buscando legitimarse mediante la iglesia. En una basílica, Isidoro de Sevilla lidera las reformas, estableciendo la sucesión electiva y reforzando el catolicismo. Sisenando, al aprobar las medidas, gana el apoyo eclesiástico, pero los nobles, resentidos por su debilidad militar, murmuran contra su reinado, forzándolo a depender aún más de los obispos.
Tributo a los francos
En 632, Sisenando paga un cuantioso tributo a los francos para asegurar su apoyo, debilitando las arcas reales. En Toledo, entrega cofres de oro a un emisario franco, justificándolo como un mal necesario, pero los nobles critican su sumisión, comparándolo con Suíntila. Sisenando, ansioso, refuerza las murallas de Toledo, temiendo rebeliones internas más que amenazas externas.
Corte conciliadora
En 634, Sisenando fomenta una corte de diálogo en Toledo, invitando a poetas y obispos para apaciguar a los nobles. En una sala, escucha un poema sobre la fe, mientras su esposa teje un tapiz. Aunque su reinado es pacífico, las críticas por su dependencia franca crecen, y Sisenando, consciente de su fragilidad, refuerza su alianza con Isidoro para mantenerse en el poder.
Campaña menor contra rebeldes
En 635, Sisenando enfrenta una revuelta menor en el sur, liderada por nobles descontentos con su reinado. Desde Toledo, envía un pequeño ejército, pero evita liderarlo personalmente, delegando en generales. La victoria es pírrica, y los nobles lo acusan de cobardía, debilitando aún más su autoridad, mientras Sisenando se refugia en la iglesia para contrarrestar las críticas.
Cacería para apaciguar
En 634, Sisenando organiza una cacería cerca de Toledo para ganarse a los nobles tras el concilio. Participa con una lanza, pero su falta de destreza provoca risas disimuladas. En el banquete, ofrece tierras a los leales, pero las tensiones persisten, y Sisenando, nervioso, teme que su reinado termine como el de Suíntila, rodeado de traidores.
Corte bajo presión
En 635, Sisenando reside en un Toledo inquieto, recibiendo menos bienes de mercaderes debido a su debilidad. En una sala, negocia con un comerciante, mientras los guardias refuerzan las puertas, temiendo un golpe. Sisenando, agotado, reza en privado, consciente de que su reinado pende de un hilo, mientras los nobles planean la sucesión.
Apoyo a la iglesia
En 635, Sisenando dona tierras a las iglesias de Toledo, buscando el favor de Isidoro y los obispos. En una ceremonia, entrega un pergamino, arrodillado ante un crucifijo, pero los nobles ven esto como un signo de debilidad, y las donaciones no logran apagar los rumores de rebelión, dejando a Sisenando en una posición precaria.
Muerte natural
En 636, Sisenando muere en Toledo, posiblemente por fiebres, tras un reinado mediocre. En su lecho, rodeado de obispos, pide perdón por su debilidad y nombra a Khíntila como sucesor. Su funeral, con ritos católicos, es sencillo, y los nobles, aliviados, esperan un rey más fuerte, mientras los obispos lamentan la inestabilidad que deja.
Legado criticado
Tras su muerte, Sisenando es recordado en Toledo como un rey débil que necesitó a los francos. En una basílica, un obispo lee el Concilio de Toledo, pero los nobles, bajo Khíntila, lo culpan por la inestabilidad. Un cronista escribe su historia, pero su reinado es opacado por las reformas eclesiásticas, dejando un legado menor.
Rey anterior | Rey | Rey posterior |
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Suíntila (621-631) | Sisenando (631-636) | Khíntila (636-639) |