Atanagildo (554–567), un storyboard del rey godo
Atanagildo (554–567) se alzó contra Agila I y tras su muerte fue proclamado rey. Durante su reinado consolidó el reino visigodo en la península ibérica, aunque tuvo que aceptar la presencia bizantina en el sur, tras haberles pedido apoyo en su guerra civil. Trasladó la corte a Toledo, reforzando su centralidad. Su reinado fue estable en lo político, pero sin grandes conquistas. Murió de forma natural, dejando el trono vacante por falta de herederos directos, lo que derivó en la elección del primer rey no noble: Liuva I. Su gobierno marcó un giro hacia la consolidación territorial y administrativa.
Ascenso al trono
En 551, Atanagildo se proclama rey tras derrotar a Agila I, apoyado por los hispanorromanos y un ejército bizantino enviado por Justiniano. En Sevilla, su coronación reúne a católicos y visigodos, pero la presencia de generales bizantinos genera recelos entre los nobles godos, que temen una nueva influencia extranjera. Atanagildo, astuto, promete estabilidad, aunque sabe que su alianza con Bizancio tiene un costo.
Alianza con los bizantinos
En 552, Atanagildo formaliza su alianza con los bizantinos en Cartagena, cediendo territorios costeros a cambio de tropas. En un campamento junto al mar, negocia con un general bizantino, ofreciendo tributos y promesas de cooperación. Aunque la alianza asegura su trono, los nobles visigodos murmuran contra la pérdida de tierras, y Atanagildo debe equilibrar diplomacia y orgullo godo.
Gobierno en Toledo
Atanagildo traslada su corte a Toledo, fortaleciendo la capital con murallas y un palacio. En una audiencia, escucha las quejas de nobles hispanorromanos sobre impuestos, resolviéndolas con tacto para mantener su apoyo. Su corte, vibrante, atrae a mercaderes y clérigos, pero las tensiones entre arrianos y católicos persisten, desafiando su visión de unidad.
Matrimonio de sus hijas
En 555, Atanagildo casa a sus hijas, Brunilda y Galsvinta, con los reyes francos Sigeberto y Chilperico, buscando alianzas contra los francos del norte. En Toledo, organiza una ceremonia fastuosa, pero teme que las uniones no detengan las ambiciones francas. Las princesas, vestidas con joyas, parten con escoltas, mientras Atanagildo reflexiona sobre el futuro de su linaje.
Conflicto con Córdoba
En 559, Atanagildo enfrenta una rebelión en Córdoba, donde nobles hispanorromanos y visigodos descontentos cuestionan su dependencia bizantina. Envía un ejército para sofocar la revuelta, logrando una victoria pírrica que no aplaca las tensiones. En Toledo, revisa mapas, preocupado por la fragilidad de su reino frente a enemigos internos y externos.
Encuentro con obispos católicos
En 560, Atanagildo se reúne con obispos católicos en Toledo para ganarse su apoyo, consciente de que el arrianismo lo aísla de los hispanorromanos. Promete proteger sus iglesias, pero evita convertirse, temiendo la reacción de los nobles godos. Los obispos, escépticos, aceptan a medias, dejando a Atanagildo en un delicado equilibrio religioso.
Corte cultural en Toledo
En 563, Atanagildo fomenta una corte culta en Toledo, invitando a poetas y escribas hispanorromanos. En una sala, escucha a un poeta recitar versos sobre los godos, mientras su esposa borda una capa. Aunque intenta unificar su reino mediante la cultura, las noticias de incursiones francas lo distraen, recordándole la fragilidad de su paz.
Caza para unir a los nobles
En 565, Atanagildo organiza una cacería en los bosques cerca de Toledo para fortalecer lazos con los nobles. Lidera la partida, matando un ciervo con una lanza, y reparte la carne en un banquete al aire libre. Aunque los nobles ríen, las tensiones por los bizantinos persisten, y Atanagildo sabe que su autoridad depende de mantenerlos contentos.
Muerte natural
En 567, Atanagildo muere en Toledo, posiblemente por fiebres, tras un reinado de equilibrio precario. En su lecho, rodeado de su familia y nobles, nombra a Liuva I como sucesor, instándolo a resistir a los bizantinos. Su funeral, con ritos arrianos, reúne a visigodos y hispanorromanos, pero la sombra de las tierras perdidas pesa sobre su legado.
Legado debatido
Tras su muerte, los nobles en Toledo discuten el reinado de Atanagildo, alabando su diplomacia pero criticando la pérdida de territorios bizantinos. Un cronista escribe su historia, destacando su papel en estabilizar el reino. Su legado, mezcla de éxito y compromiso, inspira tanto admiración como resentimiento en un reino aún dividido.
Rey anterior | Rey | Rey posterior |
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Agila I (549–554) | Atanagildo (554–567) | Liuva I (567–572) |