Agila I (549–554), un storyboard del rey godo
Agila I (549–554) accedió al trono tras el asesinato de Teudiselo, pero su reinado estuvo plagado de conflictos. Su impopularidad creció tras la represión violenta de una revuelta en Córdoba, donde murió el obispo mártir San Zoilo. La inestabilidad y las tensiones entre arrianos y católicos propiciaron la aparición de un rival: Atanagildo. Enfrentado a este en una guerra civil, Agila fue asesinado por sus propios hombres. Su muerte abrió paso a un cambio decisivo en el rumbo político y religioso del reino visigodo, que empezaba a consolidarse en la península ibérica.
Ascenso al trono
En 549, tras el asesinato de Theudiselo, Agila I es proclamado rey en Toledo por un grupo de nobles visigodos arrianos. Su coronación, en una plaza fortificada, es opacada por la ausencia de muchos hispanorromanos, que lo ven como un usurpador. Agila, ambicioso pero imprudente, promete restaurar la gloria visigoda, ignorando las fracturas internas que pronto lo debilitarán.
Ataque a Córdoba
En 550, Agila I lanza una campaña contra Córdoba, donde los hispanorromanos, liderados por nobles católicos, se han rebelado. Su ejército saquea iglesias católicas, enfureciendo a la población. En el asedio, Agila, desde un campamento, ignora las súplicas de negociación, convencido de que la fuerza impondrá su autoridad, pero la resistencia cordobesa lo humilla, avivando la oposición de Atanagildo.
Rebelión de Atanagildo
En 551, Atanagildo, un noble visigodo apoyado por los hispanorromanos, se rebela contra Agila desde Sevilla. Agila, en Toledo, recibe la noticia durante un consejo y, furioso, ordena marchar contra los rebeldes. Su decisión de no negociar y su desprecio por los católicos lo aíslan aún más, mientras los bizantinos, aliados de Atanagildo, desembarcan en el sur, complicando su reinado.
Concilio religioso fallido
En 550, Agila intenta calmar las tensiones religiosas convocando a obispos arrianos y católicos en Toledo. Su discurso, que exalta el arrianismo y desestima el catolicismo, ofende a los hispanorromanos presentes. Un obispo católico lo interrumpe, acusándolo de tiranía, y Agila, perdiendo la paciencia, lo expulsa, sellando su ruptura con los católicos.
Corte aislada en Toledo
En 551, Agila reside en un Toledo cada vez más aislado, rodeado solo por leales arrianos. En su palacio, recibe a mercaderes que traen menos bienes debido a la guerra civil. Intenta planear una ofensiva, pero la escasez de tropas y rumores de traición lo sumen en paranoia. En una noche solitaria, contempla su corona, dudando de su destino.
Asesinato en Mérida
En 551, Agila I es asesinado en Mérida, donde había huido tras perder Toledo ante Atanagildo. Durante una audiencia con nobles locales, sus propios hombres, frustrados por las derrotas y sobornados por los rebeldes, lo apuñalan en una sala. Su muerte marca el fin de un reinado caótico, dejando el reino en manos de Atanagildo y los bizantinos como nuevos jugadores.
Funeral olvidado
Tras su muerte, Agila es enterrado apresuradamente en Mérida, sin honores, por un pequeño grupo de leales arrianos. Los hispanorromanos, ahora bajo Atanagildo, ignoran el funeral, y los nobles visigodos ya negocian con el nuevo rey. La tumba de Agila, marcada solo por una cruz tosca, simboliza su reinado efímero y despreciado.
Sombra de la guerra civil
Años tras su muerte, los cronistas visigodos en Toledo apenas mencionan a Agila, culpándolo por la guerra civil que debilitó el reino. En un consejo, los nobles bajo Atanagildo recuerdan su arrianismo radical como un error, mientras temen que los bizantinos exploten las divisiones que dejó. Su legado es un recordatorio de la fragilidad visigoda.
Rey anterior | Rey | Rey posterior |
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Theudiselo (548-549) | Agila I (549–554) | Atanagildo (554–567) |